13.12.14

Día uno. 18.

Día uno. Llueve. Adentro y afuera. Toda imagen pictórica del átomo está irremediablemente equivocada. ¿Será el amor también así? Una constante imagen que quiere mostrar todos tus miedos creyendo que alguien más va a estar ahí para tenderte la mano y ayudarte a levantarte. Que mágicamente va a abrir los ojos delante de ti y va a borrar todo pasado oscuro, todo presente aberrante y todo futuro incierto, que te pone en algún tiempo indefinido y te hace creer que todo puede mejorar porque existe ese absurdo paralelismo en el cual todo huele a vainilla. Que te hace escuchar la melodía de un violín en una vieja y corroída estación de trenes, que te hace sentir como el celeste de la atmósfera te envuelve y te eleva. Que te arranca el zapato de la pesadez y te empuja a través de una puerta a un colchón de plumas en el que saltas hasta caer rendido en un sueño feliz. Todo a cambio de que te quedes con esa sensación eterna, que te vuelvas un adicto a ese paraíso que sus ojos te ofrecían día a día. El amor y su imagen pictórica.

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Hacía tanto calor afuera que era sofocante. Él no dejaba de hablarme de su música y del sueño inalcanzable de tener su propio bajo. Solo se detuvo para saludarla. Me pareció que ese saludo tenía que haber representado más: ella sonreía vigorosamente y lo abrazaba. Tenía tatuada la espalda con unas suaves líneas que no pude entender hasta mucho después. Después de eso él dejó de hablarme de todos sus sueños para contarme de ella y su increíble personalidad. Esa mujer era la paz que nunca había podido encontrar.

5.7.14

Regret.

Él le había dicho que no le iba a permitir volver a caer en ese infierno, que iba a cortarle todas las ganas implantándole el sentimiento del verdadero miedo. Le dijo que se vaya, que corra porque se iba a inyectar e iba a dejar de ser él para convertirse en el Diablo. Ella no huyó, se le quedó mirando desde arriba, con esa mirada que tienen los guerreros que saben que van a desangrarse pero salen al campo de batalla y dan todo por su Patria; con el miedo corriéndole las venas pero sabiendo que iba a pelear, que nadie la iba a pisar. La encerró. La empastilló. Se violentó. Le implantó el miedo con la mirada. Se le grabó a fuego en su memoria. Le juró que nunca más iba a poder levantar la cabeza. Apretó hasta que se puso violeta. Ya no podía ni llorar, no tenía ni fuerza para pedir que pare. En cada momento que pasaba sentía menos, sabía que ya no estaba acá. Lo último que recordó fue el dolor que le implantó ese asqueroso olor a metal oxidado que le hacía sentir.
Cuando despertó supo lo que había pasado. Quiso pararse y no pudo.  Estaba en el desierto luchando desde su inconsciente, desde la razón que no le quedaba. Pasó años en aquella oscuridad y en la soledad que le implantó.

Quedó en ese piso.

23.5.14

I see fire.

Ojalá que nunca la tristeza invada tu ser. Ojalá que siempre encuentres la luz en toda oscuridad. Ojalá que nunca te abandone tu guía. Ojalá que tus ojos nunca se cierren. Ojalá que aprendas a volar porque esas alas de cristal merecen tocar los altos cielos. Ojalá que tu boca nunca deje de sonreír. Ojalá que tu garganta jamás deje de cantar. Ojalá que encuentres la paz en cada nube. Ojalá que el rocío moje tus orejas y te haga sentir el estremecimiento que provoca tu presencia. Ojalá nunca se apague el cigarrillo que te incentiva a seguir. Ojalá que veas el fuego que produce tu respiración y las marcas que dejan tus pies. Ojalá que cada enfermedad solo te sea un motivo más para luchar. Ojalá te regalaran un soldado para matarte todos los fantasmas. Ojalá tu valentía nunca se esconda detrás de ningún escudo. Ojalá que las estrellas lluevan sobre cada noche de calor y que el Sol caliente todas tus noches de frío irracional. Ojalá que el vicio de tu garganta no deje de latir. Ojalá descubriéramos el líquido de la perfección, ese que corre por tus venas. Ojalá que tu panza se llene de mariposas y tus pómulos de rosado. Ojalá que el viento nunca deje de tener tu perfume, bendito oxígeno que respiro. Ojalá tus piernas nunca dejen de avanzar. Ojalá descubrieras la inmensidad de tu alma. Ojalá te logres ver frente al gran espejo de la realidad: hermosa y radiante. Ojalá todas las mañanas se pudiera desayunar el café de tus ojos. Ojalá tus brazos de ángel nunca dejen de apaciguar dolores.


Ojalá que algún día el amor alcance a ser suficiente como para devolverte cada acción divina que hacés. Ojalá seas eterna.

8.4.14

Coma.

Cerró los ojos y quiso imaginarlo. No pudo. Supo que era tarde, que había caído en una red interminable de sentimientos. Esos que la aterran, los que la habían empujado a tantos abismos, destruyendo toda porción divina. Contuvo la respiración para dejar ir todo aquello. Se olvidó de inspirar, el recuerdo más hermoso le cruzaba las pupilas. Su sonrisa. Su bello rostro de porcelana. Su pequeña estatura y el inmenso contenido dentro de esa corteza.  De su alma. Quería detener el mundo y vivir en su aura. Escabullirse hasta lo más profundo de su espíritu y perderse en el océano de su amor, de sus hábitos, de sus canciones y de su futuro.
Tuvo miedo pero no se animó a abrir los ojos. No quería salir del trance, no quería caer al mundo. Algo había cambiado en su alma aquella mañana en la que supo que paz era su nombre. Supo que era tan diferente que necesitaba recorrerla con la yema de sus dedos. Tocarla, atravesarla. Invitarla a su vida y elevarla.
**********************
No recuerdo hace cuento tengo los ojos cerrados, menos cuando fue que dejé el acto de respirar, ese que hacen los simples seres existentes. Sé que esto no es humano, es celestial. Como su tacto. No volveré a la Tierra, me quedó acá. Observando desde mi Kibbutz todo el pasado que nunca fue presente. Porque sé que esto es vivir y todo había sido una ilusión horrible: el purgatorio. Descubrí la puerta a la felicidad eterna. Ella.

30.12.13

Andate y no vuelvas.

Si tuviera que hacer un balance de este año de mierda preferiría no hacerlo pero la costumbre me grita que las rutinas son más importantes, que son las únicas que destruyen toda posibilidad de caos en tu vida.
Es sorprendentemente increíble el pensar que empecé el año con el que considere por demasiado tiempo el amor de mi vida, brindando a nuestro amor y a la salud. Irónico que tan solo una semana después haya empezado la decadencia absoluta de mi salud y, como un jenga, del amor también. Comenzó la cuenta regresiva del reloj de Dios, el que maneja tus rodillas, que las flexiona cada vez más hasta que quedas en el suelo, implorando que todo termine, que te mueras y reencarnes en un insecto, donde la muerte es de un pisotón y no una serie de castigos innecesarios.
Visité el hospital 120 veces. Tuve 10 ataques de asma, 15 ataques de alergia, 5 amigdalitis, 3 bronquitis, un ataque de hipotermia, 4 intoxicaciones, un desgarro,una infección en los riñones, 25 bajas de presión, una operación a la cual no asistí e incontables desmayos. Esto no significa que sea frágil, solo da la pauta de que el estrés y las situaciones diarias que tuve que soportar me sobrepasaron, me atravesaron y me dejaron dormida para que pueda despertar en las manos de profesionales que me ayudarían a superar sin lesiones cada una de estas enfermedades. Quedé completamente débil al punto de que me da miedo el hecho de comer o que hay noches que me acuesto llorando pensando que tal vez me ahogue y despierte conectada a un respirador. Este año me dio mucho miedo vivir. Aprendí a sobrevivir, a querer irme para no volver y no tener la suficiente valentía porque había siempre alguien al pie del cañón, listo para sonreirme y no dejarme caer jamás.
Creo que todo el deterioro que me produjo este año es culpa del amor y de la ilusión, de que el hecho de entregar todo por alguien no va a hacer que esa persona se quede a tu lado sin intenciones de lastimarte. Lo que no tuve en cuenta todas esas veces fue que la vida es un círculo vicioso y no importa cuánto te esfuerces, estamos destinados a la eterna soledad (o a la propia compañía) porque estamos programados para que cuando el aburrimiento invada la relación juguemos a destruir al otro para divertirnos un rato y salir de la monotonía del cariño y la estabilidad. De a golpes se aprende.
Entendí quienes son los amigos de verdad y vi como amores eternos se acababan en menos de 24 horas. Sentí lo que es la plena soledad y el aislarse de la compania solamente porque descubrí que la felicidad esta dentro de uno, que se comparte con el mundo pero es totalmente independiente del rumbo de éste. Que los sueños son los que marcan nuestro destino. Que hay que luchar por alimentar la luz que mantiene el fuego de tu alma aunque te cieguen porque sino te morís un poco. Que hay que amar con locura, hasta el fin, hasta que las fuerzas no te den más porque no existe peor perdedor que el que no se dio el lujo de luchar. Que no hay que acabar con la gente que te tira para atrás, hay que mantenerlos a tu lado para demostrarles lo mucho que se equivocaron al sentenciarte.
Que solo el amor te puede salvar pero hay que aprender a dejar ir, porque no existe amor más grande que el propio.
Buen 2014.

16.12.13

Anda a chupar limón.

Al único hombre que cuando se fue me dejó mierda:
TU BARBA MARXISTA Y TU AIRE DE MÚSICO SUPERADO NO TE AGRANDA EL PITO NI TE HACE MENOS HOMOSEXUAL.
(ANDATE A LA RE CONCHA DE TU VIEJA)

12.12.13

Russian roulette.

Era muy temprano en la mañana como para que la estén llamando. Era él, sumido en sus adicciones, echándole en cara todos sus errores, escupiéndole todo el odio que había acumulado por tanto tiempo. No entendía nada de lo que le decía, hablaba el idioma del inconsciente. Le cortó el teléfono y leyó los tantos mensajes que le había mandado: no solo se terminaba todo sino que él había vuelto a su agujero. Se despertó corriendo. Cuando quiso darse cuenta que lo único que llevaba encima eran unas ojotas viejas y su billetera ya era demasiado tarde, había llegado a su puerta, a la puerta del infierno y no dudó en tocar y entrar. Había ido a ayudarlo a ver con claridad y solo recibió un poco más de la medicina diaria, violencia. Se alejó llorando, quería rezarle al Dios de la perdición. Compró su propia adicción y la consumió hasta extraviarse en la mañana. Quería borrar para siempre esa situación, quería hacer perder todo su amor en un mar de alcohol incontrolable. Supo que nunca se iba a despegar de esa botella que tanta calma le daba al dejar que su llanto, su odio, sus pensamientos y sus acciones dejaran de ser automáticos para que fluyan como una suave terciopelo por su alma. No se daba cuenta que estaba totalmente ebria un martes a las nueve de la mañana, que tenía que asistir a la facultad, que tenía una vida estable formada y la estaba desperdiciando por un adicto.
Se iba para nunca volver. Quería jugar en ese bosque a esconderse del lobo. Jugar con su mente, con sus recuerdos, con la explosión de sus incontrolables sentimientos.
Se hizo dependiente a ese maldito juego de la destrucción que pasó a ser parte de su rutina diaria: lo desayunaba, lo almorzaba y lo cenaba.
Era su nueva sangre.

1.12.13

Marca

Estaba entre los brazos de quien la amaba con locura. Quería hacerlo suyo. Quería meterse en su alma. Quería hacer eterno ese momento. No pudo. Se paró y corrió. Se quería ir. El recuerdo la perseguía: todo el dolor de estar perdiendo una parte de ella la inundaba. Recordaba cada detalle, su cara, su mano, sus ojos, la oscuridad en la que entraba a cada segundo, las ansias de pararse y no poder, nauseas, sangre. Se iba. Se estaba yendo. Él la retenía en este mundo. Se escuchaba la televisión y sabía que nunca nadie en ese departamento se iba a dar cuenta de que ella estaba al final del pasillo arrodillada completamente en tinieblas. Le dolía tanto. Perdía algo de su cuerpo. Cómo si le estuvieran arrancando el estomago con una pinza: punzante y eterno. Lloraba angustiosamente no solo por el recuerdo sino porque no podía contarle a nadie lo que le estaba pasando, lo que había vivido tan sola, aquello que la atormentaba en cada pesadilla, lo que la hacía levantarse agitada, llorando, balbuceando “poco amor”. Él la miraba desde la otra punta de la habitación. No se imaginaba el infierno por el que pasaba su compañera en su mente.


La habían marcado para siempre. Él la arruinó. No quiso nunca más tocar ese abismo. Prefirió la eterna soledad y la abstinencia de calor humano.

28.11.13

Inconsciente.

Se me dio por nadar en los recuerdos infinitos de mi pasado una vez más. Cerrar los ojos y recordar cada sentimiento, cada risa, cada llanto, cada película, cada beso y cada abrazo. Encontré tanta hipocresía que me asusté. Increíblemente abrumador todo lo que me han dicho alguna vez se esfumó. TODO. ¿Cuál es el objetivo de decir cosas que nunca van a cumplir? No entiendo a la gente. Me repele tanta mentira.
Me vi haciendo mil locuras por todas esas personas. Lanzándome al vacío con los ojos cerrados y el cuerpo inmovilizado. Creyendo que ellos me habían puesto un paracaídas o que al darse cuenta se tirarían conmigo y me atraparían a tiempo, alzándome de nuevo. Lamentablemente hubo quien me empujó sin mi consentimiento a ese cañón y se tiró cuando me vio a punto de explotar contra el suelo, abrazándome, elevándome unos metros para que cuando vuelva a sonreir clavarme un puñal tan profundo para que pierda la consciencia en la caída y me duela el doble el despertar sin un pedazo de páncreas.
Era Mayo de hace unos años cuando me encontré perdida en medio de una ciudad desconocida, completamente sumida a la oscuridad de la madrugada, con varios litros de quien sabe que corriendo por mi sangre. Perdida completamente en el inconsciente. Desperté en algún lugar de Buenos Aires. El sol me pegaba de frente, rajaba mi piel. Mi cabeza explotaba pero había algo que no había notado: seguía viva después de tocar el fondo del infierno. Me di cuenta que él estaba a mi lado cuidándome. Que había estado toda la noche ahí.
Me desperté muchos años después recordando cada detalle de mis desastrosas idas al subconsciente, el que me tienta a arruinarme solo porque hubo alguien que no supo quedarse y cumplir lo que prometió. Hoy. Ya no vale la pena seguir revolviendo entre hipócritas si siempre estuvo quien me dejó aprender por mí misma. Quien me dejó reventarme contra la misma pared tantas veces pero siempre sosteniéndome la cara y estando para salvarme las mil vidas que ya hubiese perdido. Dejándome que escoja lo que quiero pero ofreciéndome lo que necesito. A tiempo. Sin prejuicios. Con amor y paciencia.

Gracias por seguir siendo mi ángel 780 días después y perdón por ser una pésima alumna.

22.11.13

Plenitud.

Estoy enamorada. Y eso me basta para ser feliz. No necesito un amor recíproco y de película para sentirme en plenitud. Me alcanza con cerrar los ojos y sentirme a cinco pasos tuyo. De sentir como el viento me trae tu perfume y hace un espiral entorno mío. De escuchar tu hermosa risa. De levantar la cabeza y tener la certeza de que estás ahí: estás vivo y sonriente. Y al final de cuentas, esa es la base del amor: ser feliz con su felicidad.
Tu recuerdo me llena. Un pasado mejor a tu lado me da la evidencia de que eso fue presente y de que en un futuro puede volver a ser igual. Me impulsa. Me eleva.
No importa que el sol me abra grietas en la piel. Me recuerda tu calor. El calor que me daban tus ojos chinos y tus manos aterciopeladas.
No importan los errores ni lo que no supimos decir, el tiempo se encargará de hacérnoslo saber, liberándonos de la esclavitud que el silencio y la soledad imponen.
No importan las lágrimas que derrame en tu honor. Me dan la satisfacción del saber que lo que siento es real: que existe, que me duele pero no me lastima. Porque una lastimadura tiende a sanar y no necesito que nada se cure: todo está en orden.


(Y te perdono por todo. Por venir y haberte ido.)

20.11.13

Expresiones vomitivas. (epifanias everywhere II)

1)     Si pudiera pedir algo, para cambiar mi pasado, definitivamente sería el hecho de haberte conocido.” Tu pasado ya era una mierda y si hoy soy parte del mismo es porque vos me arrastraste en tu mente a él. Sabés que sino seríamos un presente bien consolidado. Pero no se puede abrirle los ojos de la cara a quien los tiene en su espalda.

2)     No pude haber encontrado un ser tan horrendo […]” Ésta frase se merece un cuadro la verdad y tengo que abreviarlo porque me da asco convertir mi blog en el diario íntimo de Hitler. ¿Dónde te quedaron los huevos? Parece que te los aplastaste con una puerta. Por favor. Das miedo insultando de tal forma a otra persona. Me decís antisemita a mí y sos vos el que está hablando tan horriblemente de quien fue su compañera de camino un tiempo. Me decís inestable. Puedo hacer una recopilación de la cantidad de veces que fuiste y volviste en una semana y superarían las 20 veces. Si eso no es inestabilidad… ¿Hipócrita? en el tiempo que me dejabas y volvías te dedicabas a llenarte la boca hablando mal de mí, mientras que yo seguía estable pensando lo mismo, con deslices, pero nunca haciendo algo diferente de lo que decía.

3)     "Increíblemente tonto fui, cuando pensé que podía cambiarla. Que la negación y la falsa esperanza de moldearla como una persona funcional […]" Te cuento que si amás, no queres cambiar nada, aceptás y disfrutás. ¿Negación? ¿Osea que vos mismo te negabas todo esto o está mal redactado? NOENTENDO NOENTENDO *se le explota la cabeza*.

4)     cuando realmente las cosas no daban para más, apelar a mi lástima. […] A esa maldita característica que expresa empatía frente al sufrimiento ajeno, para seguir sintiéndose poderosa” Si amas, no estás por lastima con la otra persona, no te até a ninguna silla y te di con una fusta. Por lo que veo, ya no te doy lástima pero sigo siendo poderosa en tu alma y en tu mente (como vos en la mía).

5)     Me ha quitado la empatía, la fe total en tolerar al otro, las ganas de querer, el remordimiento […]” Debo resumirlo, porque cansa leer todos tus conflictos internos. Si realmente te parece que una relación te sacó tanto, es que nunca lo tuviste. Una relación que termina no puede sacarte más que compañía y amor, el resto se va y viene con tu vos. Pensalo.

6)     “[…]el amor parece ser esto. Aguantarse la basura oculta bajo la alfombra de la otra persona” Aguantarse no, ayudar a sacar a la superficie y barrer, sí. Es aceptar en plenitud su alma y ayudarla a poder quedarse con lo bueno de las cosas. Mostrarle que la solución no es esconderlo, sino expresarlo y superarlo.


7)     “Gracias. Por demostrarme que tu amor es una mierda. Ojalá que estés privada de arruinar otra vida.” De nada. De nada por demostrarte que no sos capaz de amar. Estoy desde que nací privada de arruinarle la vida a alguien. Vivo para amar y ser frontal. Tómalo o déjalo. Nadie es capaz de arruinarte, cada uno es dueño de su vida; y si permitís que alguien te arruine, no tenés amor propio. Por suerte para vos, ya llegará otra insensible que no le importes y que confundas su indiferencia con amor. Capaz ahí, te des cuenta que la escucha, el estar, el insistir, el preocuparse y el ocuparse sin importar lo turbio que se vea el camino, se llama amor.

(Y lo hago en forma pública porque no hay forma privada de demostrarte todo ésto)

Fracaso.

Hoy fracasé. Hoy fue el límite del fracaso. De aquel que no se vuelve. El que te hunde en el saber que NO PODES por más que quieras.


No podes no amarlo.
No podes darle vuelta la cara.
No podes no perdonarlo.
No podes seguir tu vida pensando que nunca más será lo que fue.
No podes evitar recordar que tus amigos fueron una MIERDA.
No podes evitar arrepentirte de todo lo que confiaste en manos equivocadas.
No podes seguir sonriendo a quien te golpeo.
No podes seguir viviendo a base de pastillas.
No podes no sentirte terriblemente obesa.
No podes dejar de autocastigarte.
No podes sonreir.
No podes tenerte fe.
No podes completar un ciclo básico.
No podes vivir sin amor.

¿Y cómo te diste cuenta de todo eso? Sentándote e intentando hacerlo, porque alguien te dijo que no podías. Y tenía razón, no podés, pero intentás, te gastas, te MORIS en el intento por llevarle la contra. ¿Y qué logras? Hundirte. Excavar tu tumba. Llenarte de hipocresía el cerebro.
Sos fuerte te dice la mente, pero tu corazón grita no soy fuerte, necesito una base sino dejaré de latir. Y tu entorno te dice que siempre fuiste mejor. Siempre fui. Real. Pasado.
Todo se derrumba, todo deja de ser, todo evoluciona. En mi caso, para peor.
Es increíble como la secuencia amor eterno-amigos múltiples-familia unida-futura carrera se redujo a amor hipócrita-los que siempre están-carrera pisada.
¿Qué queda? me pregunto diariamente. Supongo que la certeza de seguir de éste lado, consumiendo una pastilla que me promete felicidad cada 6 horas.
Plástico.
Todo reciclable.
Increíblemente triste cada día soy más débil. Capaz hoy la vida me dio todas las razones y realmente soy fuerte y por eso sigo de rodillas aguantando el dolor. O tal vez necesite una última razón: comprobar científicamente que el amor nunca existió, que es una ilusión.

Ya no estoy acá realmente. Estoy allá. Arriba. En el cielo. Abajo. En la tierra. Donde el camino a la felicidad es un ascensor en caída a mi purgatorio.

19.11.13

Epifanias everywhere: respuesta.

No sé cuál de tus demonios se expresó, pero debo decir que te entiendo. Que malditamente te entiendo. Que sé lo que se siente estar junto a una persona que su vacío espiritual te lo transmite con cada palabra. Que su egoísmo lo supera, arrasa con todo. Es increíblemente predecible esa actitud, pero nos tiramos sin paracaídas. Eso es el amor, tal vez.
Es enorme el sentimiento de odio que se puede generar hacia quien no te aportó nada más que una razón más para autodestruirte.
Te entiendo.
Tanto te entiendo que lo viví al mismo tiempo que vos. Ver a quien amas revolcándose en su pasado, en vez de mirar adelante. Masoquismo en su extrema potencia. De querer ayudarlo, de mostrar tu mejor versión. De abrirte el alma. ¿Para qué? Para que cuando le falte una buena cogida use todo aquello para denigrarte, para dejarte como la mierda. ¿Por qué? Tal vez porque no podes aceptar que todo tuvo un buen final, que a pesar de todos los errores, seguí ahí, firme y convencida, queriéndote; y eso vos no podes masticarlo porque te gusta la tragedia. No podes querer a nadie que te hizo daño, porque ni a vos mismo te podes querer. Te tenes tanto asco que generas un campo de repulsión en torno a quien te quiere ayudar. ¿No será por estas actitudes enfermizas que tenés, que te reemplazaron sucesivas veces en el amor? ¿No será que porque no tenes el don del perdón y de la mea culpa que todo aquel que tocás pudrís?
Sabés más que bien que tengo problemas de inestabilidad y por ello me medico. No tengo de que avergonzarme, el que debería sentir vergüenza sos vos, contando mi vida privada por medio de un blog (que obviamente la gente de nuestro entorno tiene acceso). No tuve en ningún momento la necesidad de exponerte de tal manera y sabés perfectamente que tengo las herramientas para hacerlo. Pero no lo voy a hacer, porque hay algo que tengo y vos no: RESPETO.
Fijate que le hacés a quién y si realmente se lo merece, porque la repulsión que acabás de demostrar que te tenés da ASCO y LÁSTIMA.



"A veces hay que sacar a la tristeza de tu vida porque me envenena."

16.11.13

Será lo que tenga que ser.

Dios me cerró todas las puertas que abrí a lo largo de mi vida. “¿Por qué?” Fue lo que me pregunté durante meses de completa oscuridad. Sin saber que “¿para qué?” me iba a traer la respuestas a todos mis miedos, mis incertidumbres y mis odios.
Pude sentir quienes eran mis manos amigas. Las verdaderas. Las únicas que sé que me van a acompañar por el resto del camino. Me ayudaron a recuperar las fuerzas necesarias para poder levantarme del rincón y empezar a palpar la habitación.
Encontré un destornillador. ¿Para qué? Para poder sacarme la presión que ejerció durante tanto tiempo la sociedad sobre mí. Para salir del papel “adolescente perfecta” y pasar a “adolescente real”. Abrí mi cerebro.
Entendí que el silencio habla más que cualquier otra cosa. Empecé a ver un poco mí alrededor, a los demás, a leer en sus ojos las necesidades que son incapaces de expresar. Amor. Cariño. Compasión. Escucha. Eso necesitaban y eso empecé a brindarles. Esperanza.
Vi como lágrimas y años de depresión se transformaban en risas, en ganas de correr, de cantar, de vivir. Fue hermoso ver más allá. Fue ser parte de su paraíso unos minutos. Y retirarme a tiempo.
Encontré voluntad, encontré un nuevo ángel, uno tan real que no puedo palparlo. Me dio tanta calma que me posé sobre él y me dejé llevar por sus mares de hidrocarburos. Me dio respuestas. Me dio más personas, pero no de las que necesitaban mi ayuda, sino de las que están destinadas a dejarte una enseñanza profunda. “Se puede seguir sin libertad” “Puedo sonreír más allá de años de maltrato” “Puedo encontrar paz en mi interior” “Puedo cruzar fronteras por mis sueños” “Puedo decir abiertamente mis sentimientos sin importar a ser juzgado”. Miles de historias de vida que me dieron la herramienta fundamental para construir una ventana: la autosuficiencia.
Ésta autosuficiencia hizo que crea en mi, que crea en el poder de mi mente y de mis manos sin importar lo rasgada que queden. “La felicidad es cuesta arriba”
Aprendí a valorar lo poco que se tiene y a no pedir más, porque es suficiente.

No importa  que tan duro sea el camino, quienes tienen que estar, estarán, los que tienen que ir, se irán, las lastimaduras sanan, los hechos se olvidan, se renuevan las mentes y solo quedará la certidumbre de que todo valió la pena porque lo que se siente al desplazar el sentimiento  de lucha, poniendo en primer plano LA GLORIA, no te lo saca nadie.

Gay.

Hablaban de amor y estaban de acuerdo en algo “podemos amar a todos los seres humanos por igual”. Pero en algún punto de la charla, ella se empezó a sentir incómoda, como que no podía terminar de decirle que no estaba de acuerdo con su conclusión. Que no solo no estaba de acuerdo, sino que le daba miedo, bronca e indignación que esas palabras hubieran salido de su boca. Revió sus premisas para poder darse cuenta porque había llegado a un fin diferente.

P1. Puedo amar a todos los seres humanos por igual.
P2. Puedo amar a hombres y también a mujeres.
C. Entonces, puedo amar a hombres y mujeres por igual.

Esa terminación la volvía loca, la trasformaba en una hitleriana del nuevo siglo. No podía admitir que su amiga pudiera aceptar tal cruel hecho como nada. No podía aceptar que las futuras generaciones se eduquen con ese endemoniado pensamiento. “¿Amar a mujeres como amo a los hombres? ¿Qué sigue? ¿Amar a los animales a todos por igual por más que no sean mis mascotas? NO, NO Y NO.” Se repetía para sí misma. Su amiga la miraba retorcerse en su asiento y le propuso que piense bien si estaba planteando sus premisas correctamente. (No podía tampoco aceptar que alguien le diga que estaba equivocada desde el inicio, pero no pudo evitar replanteárselo.)

P1. Puedo amar a todos los seres humanos.
P2. Puedo sentir amor por hombres y sentir amistad por mujeres.
C. Entonces, puedo querer a hombres y mujeres pero de diferentes formas.

Y ahí fue cuando entendió que su amor era limitado y el de su amiga infinito.

13.11.13

Ultimo adiós.

Te odiaba. Odiaba tu maldito orgullo. Odiaba tu maldita cara de superado. Odiaba tu necesidad de violentarte contra la gente. Odiaba tus ganas de levantar la voz ante otros pensamientos. Odiaba que no admitas tus errores. Odiaba que te sientas superior todo el tiempo. Odiaba tu machismo. Odiaba que todo el mundo hablara de tus fiestas y nunca había sido invitada a una. Odiaba que te gustara la piba que odiaba. Odiaba tu olor a alcohol las 24 horas al día. Odiaba tus ojos saltones que gritaban “son las 8 am y ya me clave unas cuantas pastillas”. Odiaba tu posición de canchero y tú miraba despectiva hacia TODO el mundo. Odiaba la chetez que se leía a kilómetros que tenía tu familia. Odiaba tus dientes. Odiaba a tu mejor amigo. Odiaba tu perseverancia. Odiaba que no podías admitir un ‘no’ como respuesta. Odiaba que no entiendas que estaba con alguien más y que te odiaba. Odiaba que trasgiverses los hechos para reacomodarlos a tu gusto. Pero lo que más odiaba era que me gustabas, me gustabas desde lo más profundo de mi alma con todos tus asquerosos errores.
No sé ni porque se me ocurrió llamarte a vos teniendo tantos amigos que me podían ayudar. Quería que vos me salves de la tristeza que me producía el post-caer a la realidad de que había estado internada y que mi pareja no había estado ayudándome… y vos sí. Sin que nadie te lo pida, estabas ahí apoyándome día y noche.
Me rescataste tirándote vos al pozo junto a una escalera. Escuchándome, abrazándome, prometiéndome que ibas a seguir estando siempre.
Pero no te cría, no podía seguir soportando el hecho de que te quería tanto y no hacía nada para cambiar toda tu asquerosa mirada hacia el mundo.
Te escuché. Nunca tuve que haberlo hecho. Te escuché a vos y a toda tu familia, con la angustia grabada en el alma, con la tristeza en aumento con cada visita de la Luna. Comprendí ese secreto que se llevan a la tumba. Temblaba. Lloraba con ellos. Ya era parte de esa historia tan trágica que los llevo a la ruina anímica.
Nunca más pude odiarte, quería salvarte para siempre de ese horroroso recuerdo. De llenarte las grietas del alma con amor. Verdadero y puro.
Supongo que junto a la apertura del alma vino tu cambio. Tu deseo profundo de ser mejor, porque había alguien que realmente entendía lo que pasaba. Que ya no lo miraba con desprecio y lo juzgaba, dejándolo de lado; verdaderamente lo miraba y le tenía compasión, lo abrazaba con los ojos, con los besos, con todo el amor que le habían enseñado a dar.
Fueron una vida. Pasaron por todo lo que una pareja puede pasar. Ninguna valla era más grande que el irrefutable deseo de seguir en pie, por ellos. No importaba más el mundo, porque ellos eran el universo. Abrían los ojos por la mañana y tenían el mismo deseo a cumplir en la misma hora. No necesitaban palabras, eran un solo alma en diferentes cuerpos. No podían soportar el estar separados. No aguantaban la distancia. Terminaron viviendo juntos.
Miles propuestas de matrimonio, miles de lugares, miles de cenas, miles de películas, miles de siestas, miles de millones de vidas. Compartieron la angustiosa necesidad de sentarse frente a su familia y contarles el error que habían cometido. Fue el mes más triste pero se sostuvieron hasta el fin. Lloraban juntos hasta dormirse. Reían juntos hasta llorar. Volaban en el pasado hasta reir de sus tristezas.
Eran droga. Eran éxtasis. Eran alcohol. Eran adicción. Eso eran, 
ADICTOS a su amor. Su amor era el café de las mañanas, la siesta de las tardes, los atardeceres, las cenas y el despertarse abrazados, respirándose, amándose con todas sus fuerzas. Indestructibles como una única pieza de mármol.
Lamentablemente, el tiempo se iba a encargar de que esa unión tan consistente tuviera una fractura. De esas que si no se pegan a tiempo termina rasgando todo el mármol.
Esa noche estaban separados. Se necesitaban con todas sus fuerzas y no podían apoyarse, sus problemas personales eran más importante que el deseo de salir corriendo de sus casas y encontrarse a las 3 de la mañana a medio camino, agitados, besándose como si el fin del mundo estuviera sobre ellos y con su capsula de amor los protegiera.
Esa grieta fue determinante. No pudieron repararlo a tiempo. Estuvieron días metidos en sus problemas que los tentaban “volvé a lo que eras, volvé a pensar que no existe amor”.
Se dejaron llevar. Se quebraron.

Venus se retiraba, dándole paso al frío y desolado Saturno.
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-Dieciocho de Septiembre de 2011
- Diecisiete de Julio de 2012
TRECE DE NOVIEMBRE DE 2012.

Infinitas son las gracias y las ganas de revivirnos eternamente.
Para siempre en mi alma.


“Te quiero de mil modos, te quiero sobre todo. Basta ver el reflejos de tus ojos sobre los míos, como se lleva el frío para entender que el corazón no miente y que, afortunadamente, me haces bien.”

12.11.13

Trastornos.

Los trastornos son consecuencia de tu entorno. Cada día me queda menos duda de que si ELLA se hubiera dado cuenta a tiempo que necesitaba alguien que me escuche, que si EL me hubiera abrazado más que sobrecargado, que si ella se hubiese dado cuenta que no tenía porque exigirse ser como yo, sino creer en sí misma para ser alguien mejor; no hubiese tenido porque pasar por ningún tipo de trastorno.
El hecho de que le haya tenido que decir “mamá necesito ayuda” porque ya no podía más de lo rasgada que tenía la garganta marcó el fin de toda posible confianza que podría llegar a depositar en su persona. No le encuentro la gracia ni la causa suficiente como para negar los hechos hasta el punto de que no solo te estás haciendo mierda psicológicamente, sino que estás empeorando a tu entorno.
Supongo que viví demasiados años en la oscuridad de mi casa y en esa iluminada sala de hospital para que me hagan lo suficientemente fuerte para poder decirme en voz alta “tengo un trastorno alimenticio”, aceptarlo y querer encontrar refugio en alguien más.
La historia se repite, pero hoy lo veo desde afuera. Veo la decadencia del “”amor”” paternal y lo exasperante que es querer hacer ver a quien se encadena los ojos para quedarse en su oscuridad. Es irritante el hecho de que no puedan admitir que TIENEN un problema. Que ese problema está arruinando a todo su alrededor. Que su alrededor no es lo suficientemente fuerte como para levantarse por su propio valor. Y que recién van a abrir los ojos cuando la muerte sea inminente.

(O cuando se den cuenta que están sangrando y yo esté lejos, con las ansias de ayudar agotadas.)

11.11.13

Ami.

Cada vez que viajaba al pasado no podía evitar compararse con ella. Eran iguales. Tenían los mismos gustos, los mismos hábitos, la misma vida en siglos direfentes. El mismo profundo deseo de ser mejor que toda su familia, de querer sacarlos de ese pozo en el que vivían; de querer darles una felicidad verdadera para que dejen de ser simplemente humildes y empiecen a sentir algún tipo de orgullo.
La ponía triste saber su final. Intensos tratamientos antidepresivos la llevaron a la total ruina, a dejar de ser parte de ese pozo para crearse uno más profundo y llevar consigo misma a todos los que había intentado salvar. Sus pastillas no la dejaban pensar eso, le levantaban el ánimo. “Vamos Ami, no es tu culpa, ellos siempre estuvieron hundidos”.

Ni sé si realmente ella en esa época tenía la capacidad de discernir o si el hecho de saberlo la había llevado a esa eterna decisión que me atormenta en mis más profundas pesadillas. “Sos igual a Ami” me dicen con orgullo. Como si me debería poner feliz pensar que ese horrible final podría ser una gran posibilidad en mi futuro.
No quiero, no quiero entrar en ese túnel sin retorno.
Quiero llorar y pensar que somos almas diferentes. Que nunca fui vos.

9.11.13

Qué es una fracción?

Supongo que en estos días llenos de soledad autoimpuesta aprendí más que solo a callarme y únicamente meterme en mi mente, dejar de escuchar para escucharme. Entendí la imperiosa necesidad que tiene todo el universo por meterse la idea de que algo cuando se fracciona no tiene forma de unión. Como que ½ hace que 1 sea totalmente diferente de dos, creándole una barrera imposible de cortar. Soy de la otra camada, la que cree que 0,5 siempre va a ser una mejor posibilidad. Que no hay porque dividir de esa manera tan perfeccionista y arrolladora las cosas, que se puede encontrar la estabilidad media.
Soy de las que prefieren hablar y solucionar a cortar relación. Aprendí que la gente no tiene esa capacidad. Supongo que viví 18 años y medio pensando únicamente en los demás, encontrando un
0,5 en su estabilidad y no autoimponerme la necesidad de declararme como 1 y ellos como 2. No me parecía correcto, era mejor un punto medio que le haga bien y no se sienta totalmente excluido de mi vida.
Hoy quise reparar una relación totalmente interna. Encontrar el punto medio que le haga bien y vi, sentí, olí, escuché gritando a la otra persona
DEJAME EN PAZ, DEJAME SER 1, DEJAME ENCERRARME EN LA ESTUPIDA IDEA DE QUE NO TENGO QUE PENSAR EN OTRA POSIBILIDAD. Y me alejé, asustada, llorando. Nunca nadie me hizo sentir eso como esa nena. Increíblemente chocante me llevó el alma puesta, la atravesó, la dividió.
No sé si como refugio o como símbolo de la profunda depresión que encuentro en la soledad que todo mi entorno me ofrece a cada pedido de auxilio que pido, decidí no comunicarme más allá de la vía escrita.
Me da miedo este mundo. Me da miedo saber que nunca nadie va a poder sentarse a escucharme horas como yo lo hice. A nadie le interesa mostrarte tu punto medio, meterse en tu psiquis y ayudarte a salir, tirarte una soga y enseñarte desde afuera del pozo como trepar.
Increíblemente abrumador.

5.11.13

In the air

Fueron 120 segundos. Los ciento veinte segundos más fríos de su vida. Temblaba, lo miraba y temblaba. Estaba mareada. Quería correr y no podía, estaba clavada al piso. Solo quería vomitar los sentimientos que le producía el estar enfrentados, mirándose a los ojos. Se helaba toda su piel. Fue ver pasar toda la relación con sumo detalle frente a sus ojos, explotando, empujándola contra una pared, haciendo que la estructura se caiga sobre su cabeza.
Salió del pabellón y casi corriendo llegó hasta el que había sido su lugar de encuentro casi diario. Se acostó, ilusamente creyendo que estaba dentro de una cápsula y ningún recuerdo la iba a tocar. Prendió la radio y se escuchó un “sola en el olvido” y sintió como la inspiración se metía en ella.
Le escribió una carta, una larguísima carta, llena de sentimientos, mojada por las lágrimas del olvido. Creía en el poder de las cosas y en los rituales. Sacó su dibujo. Ese amuleto de la (mala) suerte que siempre tenía con ella. Quiso QUEMARLO. HACERLO CENIZAS. TIRARLAS AL VIENTO. No pudo. Sintió como si su ángel le estuviera pegando con una silla en la cara “NO TE RINDAS. NO QUEMES TU CORAZÓN”. Le hizo caso. Se quedó prendida en esa llama. En lo irónico que era el fuego que corría en su dedo, era calor real pero solo le entumecía más el corazón. Cada vez sentía más frio, como si se congelara en el pasado. Sentía que eso era la muerte, que la tentaba a quedarse pegada en ese pasto inmundo sobre el que estaba.
Siguió escribiendo. Cada vez más rápido, más triste, como que si en vez de ayudarla a sacarle la angustia hiciese que ella se le meta más hondo. Cortó la última frase y la ENTERRÓ. Excavó como si eso le sacara toda la impotencia.
Escribió un SEIS sobre el árbol, cerca de la tierra, así el tiempo lo iba a ir tapando y ocultando. Lloraba. En la soledad y la paz que ese predio le daba.
Cerró los ojos un momento y recordó a su ángel detrás de ella, en sus bicicletas. La ironía de ese recuerdo era legible aun sin conocer la historia. Sabía que ya había pasado por ese lugar. Hace catorce años, con su bicicleta y su ángel. Felizmente enamorada.
Tenía su foto en el bolsillo. Creía que la paz del agua se iba a encargar de darle calma a su relación. La doblo suavemente y la posó, como si le estuviera ofreciendo a un gran rey su humilde pan. Como si le estuviera dando a Dios un gramo de todo lo que sentía.
Sintió alivio, creyó que la historia podía cerrar y que luego de mucho tiempo la herida comenzaba a sanar. Sonrió con los ojos cerrados, para sentir como el aire y el sol le hacían compañía.
En el regreso se cruzo con alguien. Alguien que la transportó a la lucha de todo ese tiempo. Alguien que le hizo caer en la realidad que estaba llorando de nuevo, que dejaba de sanar y se abría, se abría en su corazón de nuevo esa grieta.
Se dio cuenta que nunca jamás iba a poder olvidarlo. Un amor así nunca se olvida decía un genio del otro lado de sus auriculares.

4.11.13

Futuro

Entró a la casa de su novio como si fuera su propia casa y se tiro en esa cama, que ya era su lugar en el mundo, a pensar. Venía de decidir su futuro. Química. Sabía que ella nunca la iba a abandonar, siempre había estado ahí. Se puso a meditar sobre esos 5 años que habían pasado. Lo popular que se había convertido.
Todos sabían quien era, quienes habían sido sus novios, quienes tenían el lujo de saber sus secretos; sabían que nunca se había peleado con nadie y la única persona que la odiaba seguía recibiendo su efusivo saludo mañanero: "buen día, sonreí que te ves más hermosa". Conocían a la perfección que era ella la persona ideal para contarle un secreto. Nunca juzgaba, le encantaba escuchar y aconsejar. Siempre estaba con una sonrisa y los brazos abiertos para llenarte las penas con cariño. Siempre enamorada y ágil. No le alcanzaba el tiempo en sus momentos libres para preguntarle a todos los que habían confiado en ella si estaban mejor. No le daba el tiempo para saludar a todo el mundo. Nunca estaba sola. Tenía un nivel social increíblemente envidiable. No había persona que no conociera su casa y su asombrosa actitud de bienestar constante. Su vida era increíblemente perfecta. Tenía el novio ideal, de esos que parecen de película, siempre con una sonrisa y ganas de hacer nuevas amistades, pero no con todo el mundo, solamente con los que tenían cierto 'estatus' social; casualmente era el anfitrión de las mejores y exclusivas fiestas. Eran inseparables, almas gemelas. Perfectamente combinables. 
Pensó lo mucho que iban a cambiar las cosas en la universidad. Iba a pasar de ser una total reconocida a una desconocida. No iba a seguir teniendo las tardes libres ni las ganas de ir a fiestas que hoy eran inagotables. Pensó lo mucho que iba a perder: no sabía si toda la manada de gente con la que sociabilizó eran los que iban a necesitar de su inagotable simpatía o ella iba a extrañar la vida fabulosa que ellos le proporcionaban junto a su confianza. No lloraba hace demasiado tiempo. Su familia tenía un clima ideal y sus amigos más cercanos eran irreemplazables, de esos que estaban en todo momento a su disposición.
Pensó lo mucho que le iba a costar formar algo así entre millones de alumnos y lo mucho que iba a extrañar poder contener y ser contenida por todos. No ser juzgada jamás y tener al alcance de su mano más de mil soluciones a sus diminutos problemas.
Quería seguir teniendo esa vida eternamente. Le cayó una lágrima de felicidad y cerró los ojos para esperar que él la despierte de su siesta con uno de sus besos mágicos. No se imaginaba que, efectivamente, la química iba a ser la única que no la abandonara en los oscuros tiempos que se le venían.

Guerra

Entró con miedo. Como si le fueran a dar una golpiza entre todos. Contó su historia con vergüenza. No pudo distinguir la cara de quien tenía enfrente. Veía todo borroso. Le bajaba la presión. No del dolor físico que la llevo a aquel consultorio, ni del calor externo, sino de los recuerdos que le traían contar la causa de su repentina visita. Se dio cuenta que nunca más iba a poder contar todo aquello en voz alta. Se ponía roja. Se ponía blanca. Se le ponía la vista negra. El amor que sentía era enfermizo. “Porque no te acompañó?” Fue lo único que tuvo para decir el médico. Y se dio cuenta, cayó a la realidad, de que tenía que no solo decirlo, sino que escucharlo con su propia quebrada voz: “me dejó”. “Que valiente de tu parte” le contestó. Sonrió. Y le cayeron lágrimas. Para adentro. Temblaba, era chiquita, era cobarde. Lo necesitaba a seis, dependía directamente de todo lo que le producía el estar enamorada.
No sabía porque se había animado a ir. Supuso que iba a poder enfrentarse a sí misma. Como si fuera una batalla y ella una guerrera que caía en la cuenta que si se mataba su guerra terminaba. Como si tuviera la culpa de todo el mal que tenía encima y el enfrentarse a su dolor físico era una forma de concluir todo su pesar. Se perdió en sus pensamientos, ya no escuchaba las recomendaciones del profesional. “Relajate” pudo discernir. No le importaba. Quería irse. Quería encontrar una Iglesia para pedirle perdón a su ángel. Perdón por existir. Por hacerle tener que ver esa horrible situación. Una vez más, SOLA.
¿Dónde estaría seis? Felizmente durmiendo. Sin culpa. Sin amor. Sin conciencia. Acompañado de sus gatos. Sin dolor físico ni espiritual. Todo eso se lo había transferido a ella.
Sufría como nunca antes. Salió casi corriendo. Se le olvidó dar las gracias. Se dio cuenta que era más fuerte que él. Que estaba ahí. En un hospital. Totalmente sola. Con el cuerpo y el alma lastimados. Con cientos de médicos que no pudieron ni de cerca opacar su angustia. Se dio cuenta que si podía contra ella misma, podía contra el mundo.
Podía seguir intentando amarlo sin ser amada.

3.11.13

First time.

Sábado a la noche. El mismo vacío existencial de toda su vida. No sabe porque, pero cree en la terapia del cine. Se sentó y prendió de lejos la película. De lejos, como si no quisiera entrar en la historia. Amor. Se dio cuenta que cada vez estaba más cerca. Cuando abrió los ojos era parte. Se había metido en su cabeza esa maldita enseñanza para atormentarla un poco más.
Pensó en las sucesivas relaciones que tuvo. Quiso contarlas, pero se cansó de recordar. Eran todas unas catástrofes. Mil errores.  Pudo rescatar dos.
Bariloche.
Seis.

Se puso a meditar la tristeza que le dejaron las restantes. “No lo vuelvo a hacer. Esto es mierda. Es parte del sistema. Corrompelo” Y volvía a caer. Quizás era la propia angustia de la soledad la que la llevaba a querer sentirse literalmente llena. Buscando algo. Amor. Cariño. Compasión. Un oído que escuche sus pesares. Era como seguir un maldito manual de instrucciones. Paso por paso pero sin sentimientos. Como armar un televisor. O poner a prueba una heladera. Pero nunca sintiendo como si el mundo fuera a terminar. Sin ganas. Me quemé la cabeza. Me queme el cuerpo. Las fuerzas.
Llegó seis y cambió eso. Era como una carrera contra el tiempo. Solo quería que se detuviera, que me dejara gritar. Que se cayeran las paredes. Quedarme en ese eterno cuarto. En el eterno resplandor de tus ojos. Seguir inundándome de vos.
De sentimientos. De amor. AMOR REAL. Fue una vida. Fue entrar en una vida. Revivir. Resucitar en tus brazos.
Tanta multitud pasó y nadie le hizo tocar el cielo. De volverse adicta a ese sentimiento. De querer repetirlo mil veces. Sintió como si su alma se completara. No puede evitar cerrar los ojos y volver. Ya es parte de un sueño. Un sueño que confunde con la realidad. Abre los ojos y esta él. Está él mirando su cuaderno. Los cierra y está él. Está él sacando su alma, metiéndose en la de ella. Amándola, amándola con todas sus fuerzas. Con música. Con velas.
Como si todo lo romántico se simplificara en un solo momento. En ese.
Nosotros.
Siempre.

2.11.13

Renacer

Era un día gris, como si la noche y la lluvia tuvieran ganas de explotar, como si el sol hiciese todo lo posible por despegarse de su eje y mudarse a otra galaxia. El gris que precede a la oscuridad.
Se paró delante de esa puerta maldita por la cual se habían empezado a desencadenar todos los hechos que la llevaron a la completa soledad que hoy tenía su corazón. Decidió que era mejor no entrar, arrastrarse a otro lugar y perderse en el desarrollo de la historia. En
ESA historia. No pudo mirar todo el verde de su alrededor ni el cielo. Solo lograba observar sus huellas, deseando que empiece un viento huracanado que la eleve al cielo y la haga desaparecer. Rompía papel. En pedacitos iguales y chiquitos. Se los regalaba al barro que dejaba tras sus pasos. Como una analogía de su sucio y despedazado corazón, o tal vez porque no podía aguantar en sus manos la perfección de su corte, dejándolos volar lejos.
Sintió como si una pared le impidiera avanzar y levantó la vista. Era solamente ese cuerpo que tanto la enamoraba, caminando desde el mismo lugar a donde ella se dirigía pero de regreso a su realidad. Se dio cuenta que era solo un envase sin contenido. Sin su esencia. Quedó dura una eternidad y sintió el olor que tanto temía. Era su conciencia “tenés clase, tenés vida; no sientas más, no tenés mas corazón, te lo arrancó; construíte un cerebro”. Y corrió, corrió de ella. Hasta ese lugar paradisíaco que fue testigo de tanto amor. No pudo acercarse. Sus lágrimas se iban a encargar de tocarlo. De entrar en esa tierra, de hundirse y librarla de su conciencia y devolverle el corazón. Para luchar una vez más por, y no contra, lo que sentía

Como alejarme de ti si estas tan lejos?

1.11.13

Una razón para vivir sin tus besos?

Todo me recuerda a vos. Capaz pasa por tu pronta huida. O porque logré amarte con cada fibra de mi ser desde un principio. Me sentí tan libre. Volaba a tu lado. Era el paraíso. Era mirarte, cerrar los ojos, abrirlos y darme cuenta que no estaba soñando. Eras tan real, tan presente, tan mío. Lo seguís siendo, en tu recuerdo, en tu pasado, en mi mente, en mi alma, en mi corazón. Si pudieras darte cuenta que teníamos el mundo en nuestras manos. Que respirábamos el mismo aire. Que temblábamos. Que no importaba cuanto silencio había, era perfectamente hermoso. Único. Único como tus ojos. Brillan. Me dan luz. Y no lo sabes. Porque el mundo te aprisiona, te aprieta a que seas lo que él quiere.
No puedo dejar de remontarme al sábado. A nosotros. No me podés decir que no teníamos una capsula, estábamos en medio de la ciudad, pero tan lejos, tan silenciosos que se podía escuchar el latido de tu corazón. Solo podía sentir la calidez de tus manos. De tus ojos. De las lágrimas que fuimos capaces de sacar afuera. No voy a poder recordar jamás ese momento sin llorar de emoción. Era amor. Éramos nosotros. Éramos mundo. Éramos cielo. Paraíso.
TODO. Como con tan poca charla podíamos hacernos sentir tanto? Explicamelo, porque no lo entiendo. Nunca ningunos ojos hicieron eso, de mirarme y hacerme llorar. De no poder agarrar a tiempo mi alma, que salía de mi cuerpo. Salía para inundarse de vos. De tu calor. Para quedarse eternamente en el latido de tu corazón. En las ganas de quedarme en shock, de morir ahí. Morir de eterna felicidad. “Morir en el delirio de esos ojos tristes, en el delirio de esa luz infinita que me encandila". 
Tal vez es porque soy muy romántica. Pero es inevitable el saber y tener presente día a día que eso fue real. Pero pareció un sueño. De esos que cuando despertás querés volver a cerrar los ojos para volver a sentirlo. Fue magia. De esa que no parece que haya explicación lógica posible. De esa que querés volver a vivirla cientos de veces porque te hace sentir como que estás flotando mirando un atardecer en Venecia o como una noche estrellada en Wiruna. Majestuoso.
Eso sos, majestuoso. Cambiaste totalmente todo lo que venía pensando que era el amor. Fue escucharte y que las palabras que decías se convirtieran en poesía pura. Sos poesía amor mío. No renuncies jamás al vivir enamorado. Me hiciste tocar el cielo, volar más allá de las nubes. Volar adentro mío con vos de la mano.
Sos tan perfecto y no lo sabés. Hiciste del amor una octava maravilla.
Amor mío, qué voy a hacer conmigo?

Thanatos

Dolor. Decepción. Solo quería animarse a balancearse un poco más, más atrás. Y caer, con una sonrisa y un ‘por fin’ gritándole desde el corazón. Ponerle fin a tanto pesar. No encontró suficiente valentía para hacerlo. Tampoco para seguir en pie. Se quedo en el borde unos minutos que parecieron años. Solo se vio jugando, amando, sonriendo, viviendo. Y después cayó un 2013 en su cabeza como un piano. Abandono, engaños, hipocresía, soledad. Mucha soledad. Estaba en el borde. Estaba ahí, entre miles de personas y nadie para agarrarle el brazo y pegarle una cachetada. Más soledad. Le llenó el alma. No volvió a sonreir. No volvió a ser feliz. No volvió a tener fe en su filosofía. Solo Él la ilumina. La empuja a su abismo de depresión incontenible y le pone fin a sus sueños. Nunca más confianza en sí misma. 

Leyenda

Era un castor. Un castor negro como la noche. Viviendo entre marrones. No tenía padres, no tenía compañeros amigos que le tendieran una mano. Quizás por su raza. Quizás tampoco era su raza, era el fondo de su alma, manifestándose contra el mundo. Solitariamente triste intentó sucesivas veces en vano encontrarse a sí mismo en el fondo de ese lago donde por las noches salía su única amiga, la Luna. Y logró ahogarse, ahogarse a sí mismo en el fallido intento por encontrar en su compañera soledad un refugio para su desconsuelo.
Nunca la notó, nunca notó a la paloma blanca que estaba acompañándolo desde el cielo; hasta que se poso sobre él. Inundándolo, dándole un sentido a su ennegrecido pelaje, regalándole sus alas. Lo transformó en un hermoso halcón. El castor se hizo halcón y voló, voló lejos de toda esa madriguera que tanto pesar le dio. Y se olvidó de la paloma, que quedo muerta, muerta en vida, sin alas y con sus ansias de paz apagadas por la violencia de esa cueva.

31.10.13

Bastet estás ahi?

Todos los problemas tienen la misma raíz? Creo que todos los problemas tienen el mismo fin, la misma maldita terminación: la búsqueda inalcanzable de Felicidad, que solo concluirá en esa luz que tanto nos atormenta. Traté fallidamente ciento de veces que la alegría momentánea que Felicidad me daba cuando Venus se sentaba a mi lado se quedara para siempre, pero por extrañas razones siempre se iba y mi mente tendía a buscar sus causas en el vacío existencial que dejaba tras de sí. Y que encontraba? La maldita entrada a esa luz. Tengo el pase en mano y lo vivo usando. Con cada adiós que ella me dice, vuelvo a usarlo hasta desgastarlo. Hasta encontrar mí propio límite, cada vez con mayor intensidad, con más velocidad, al punto que el proceso que antes habían sido años hoy son días. Es cuestión de días para que quiera volver. Cuestión de duras palabras para que crea que esa es Felicidad, que me grita que juegue con ella.
Años atrás, cuando 18 se fue, estuve 7 meses meditando el volver, negándomelo con todas las fuerzas. Pero ayer se fue 6 y no tuve que meditarlo, simplemente me resigné a hacérmelo, a matarme corriendo, a matarme no comiendo, a matarme un poquito. A jugar a las escondidas con Felicidad. Creyendo que cuánto más duro sea el juego, más se cansa de irse y más se acerca. 
Salí de tu escondite Bastet, no me gusta tu juego mental.