Era 10 de Marzo de hace casi dos décadas
atrás cuando cuatros nenes entraron al hospital, era de madrugada, pero sus
insaciables ganas de divertirse eran inagotables. Eran de esos niños que
irradian brillo, no de su mirada ni de su sonrisa, sino por las orejas, desde
el cerebro hasta tu alma. De esos que si los mirás fijos a los ojos te cambian
el destino.
No saben porque, pero decidieron esconderse en esa habitación, y les llamo la atención un bebe. Uno diferente, avioletado y sonriente, de esos que lagrimean de felicidad. La miraron y la sentenciaron: “le sonreirás al mundo, aunque ni puedas respirar”. Y murió unos minutos. O capaz, para siempre.
No saben porque, pero decidieron esconderse en esa habitación, y les llamo la atención un bebe. Uno diferente, avioletado y sonriente, de esos que lagrimean de felicidad. La miraron y la sentenciaron: “le sonreirás al mundo, aunque ni puedas respirar”. Y murió unos minutos. O capaz, para siempre.