Dolor.
Decepción. Solo quería animarse a balancearse un poco más, más atrás. Y caer,
con una sonrisa y un ‘por fin’ gritándole desde el corazón. Ponerle fin a tanto
pesar. No encontró suficiente valentía para hacerlo. Tampoco para seguir en
pie. Se quedo en el borde unos minutos que parecieron años. Solo se vio
jugando, amando, sonriendo, viviendo. Y después cayó un 2013 en su cabeza como un piano.
Abandono, engaños, hipocresía, soledad. Mucha soledad. Estaba en el borde.
Estaba ahí, entre miles de personas y nadie para agarrarle el brazo y pegarle
una cachetada. Más soledad. Le llenó el alma. No volvió a sonreir. No volvió a
ser feliz. No volvió a tener fe en su filosofía. Solo Él la ilumina. La empuja
a su abismo de depresión incontenible y le pone
fin a sus sueños. Nunca más confianza en sí misma.