Los trastornos son consecuencia de tu
entorno. Cada día me queda menos duda de que si ELLA se hubiera dado cuenta a tiempo que necesitaba alguien
que me escuche, que si EL me hubiera
abrazado más que sobrecargado, que si ella
se hubiese dado cuenta que no tenía porque exigirse ser como yo, sino creer
en sí misma para ser alguien mejor; no hubiese tenido porque pasar por ningún tipo
de trastorno.
El hecho de que le haya tenido que decir “mamá necesito ayuda” porque ya no podía más de lo rasgada que tenía la garganta marcó el fin de toda posible confianza que podría llegar a depositar en su persona. No le encuentro la gracia ni la causa suficiente como para negar los hechos hasta el punto de que no solo te estás haciendo mierda psicológicamente, sino que estás empeorando a tu entorno.
Supongo que viví demasiados años en la oscuridad de mi casa y en esa iluminada sala de hospital para que me hagan lo suficientemente fuerte para poder decirme en voz alta “tengo un trastorno alimenticio”, aceptarlo y querer encontrar refugio en alguien más.
El hecho de que le haya tenido que decir “mamá necesito ayuda” porque ya no podía más de lo rasgada que tenía la garganta marcó el fin de toda posible confianza que podría llegar a depositar en su persona. No le encuentro la gracia ni la causa suficiente como para negar los hechos hasta el punto de que no solo te estás haciendo mierda psicológicamente, sino que estás empeorando a tu entorno.
Supongo que viví demasiados años en la oscuridad de mi casa y en esa iluminada sala de hospital para que me hagan lo suficientemente fuerte para poder decirme en voz alta “tengo un trastorno alimenticio”, aceptarlo y querer encontrar refugio en alguien más.
La historia se repite, pero hoy lo veo
desde afuera. Veo la decadencia del “”amor”” paternal y lo exasperante que es
querer hacer ver a quien se encadena los ojos para quedarse en su oscuridad. Es
irritante el hecho de que no puedan admitir que TIENEN un problema. Que ese
problema está arruinando a todo su alrededor. Que su alrededor no es lo
suficientemente fuerte como para levantarse por su propio valor. Y que recién
van a abrir los ojos cuando la muerte sea inminente.
(O cuando se den cuenta que están sangrando y yo esté
lejos, con las ansias de ayudar agotadas.)