11.11.13

Ami.

Cada vez que viajaba al pasado no podía evitar compararse con ella. Eran iguales. Tenían los mismos gustos, los mismos hábitos, la misma vida en siglos direfentes. El mismo profundo deseo de ser mejor que toda su familia, de querer sacarlos de ese pozo en el que vivían; de querer darles una felicidad verdadera para que dejen de ser simplemente humildes y empiecen a sentir algún tipo de orgullo.
La ponía triste saber su final. Intensos tratamientos antidepresivos la llevaron a la total ruina, a dejar de ser parte de ese pozo para crearse uno más profundo y llevar consigo misma a todos los que había intentado salvar. Sus pastillas no la dejaban pensar eso, le levantaban el ánimo. “Vamos Ami, no es tu culpa, ellos siempre estuvieron hundidos”.

Ni sé si realmente ella en esa época tenía la capacidad de discernir o si el hecho de saberlo la había llevado a esa eterna decisión que me atormenta en mis más profundas pesadillas. “Sos igual a Ami” me dicen con orgullo. Como si me debería poner feliz pensar que ese horrible final podría ser una gran posibilidad en mi futuro.
No quiero, no quiero entrar en ese túnel sin retorno.
Quiero llorar y pensar que somos almas diferentes. Que nunca fui vos.