22.11.13

Plenitud.

Estoy enamorada. Y eso me basta para ser feliz. No necesito un amor recíproco y de película para sentirme en plenitud. Me alcanza con cerrar los ojos y sentirme a cinco pasos tuyo. De sentir como el viento me trae tu perfume y hace un espiral entorno mío. De escuchar tu hermosa risa. De levantar la cabeza y tener la certeza de que estás ahí: estás vivo y sonriente. Y al final de cuentas, esa es la base del amor: ser feliz con su felicidad.
Tu recuerdo me llena. Un pasado mejor a tu lado me da la evidencia de que eso fue presente y de que en un futuro puede volver a ser igual. Me impulsa. Me eleva.
No importa que el sol me abra grietas en la piel. Me recuerda tu calor. El calor que me daban tus ojos chinos y tus manos aterciopeladas.
No importan los errores ni lo que no supimos decir, el tiempo se encargará de hacérnoslo saber, liberándonos de la esclavitud que el silencio y la soledad imponen.
No importan las lágrimas que derrame en tu honor. Me dan la satisfacción del saber que lo que siento es real: que existe, que me duele pero no me lastima. Porque una lastimadura tiende a sanar y no necesito que nada se cure: todo está en orden.


(Y te perdono por todo. Por venir y haberte ido.)