13.11.13

Ultimo adiós.

Te odiaba. Odiaba tu maldito orgullo. Odiaba tu maldita cara de superado. Odiaba tu necesidad de violentarte contra la gente. Odiaba tus ganas de levantar la voz ante otros pensamientos. Odiaba que no admitas tus errores. Odiaba que te sientas superior todo el tiempo. Odiaba tu machismo. Odiaba que todo el mundo hablara de tus fiestas y nunca había sido invitada a una. Odiaba que te gustara la piba que odiaba. Odiaba tu olor a alcohol las 24 horas al día. Odiaba tus ojos saltones que gritaban “son las 8 am y ya me clave unas cuantas pastillas”. Odiaba tu posición de canchero y tú miraba despectiva hacia TODO el mundo. Odiaba la chetez que se leía a kilómetros que tenía tu familia. Odiaba tus dientes. Odiaba a tu mejor amigo. Odiaba tu perseverancia. Odiaba que no podías admitir un ‘no’ como respuesta. Odiaba que no entiendas que estaba con alguien más y que te odiaba. Odiaba que trasgiverses los hechos para reacomodarlos a tu gusto. Pero lo que más odiaba era que me gustabas, me gustabas desde lo más profundo de mi alma con todos tus asquerosos errores.
No sé ni porque se me ocurrió llamarte a vos teniendo tantos amigos que me podían ayudar. Quería que vos me salves de la tristeza que me producía el post-caer a la realidad de que había estado internada y que mi pareja no había estado ayudándome… y vos sí. Sin que nadie te lo pida, estabas ahí apoyándome día y noche.
Me rescataste tirándote vos al pozo junto a una escalera. Escuchándome, abrazándome, prometiéndome que ibas a seguir estando siempre.
Pero no te cría, no podía seguir soportando el hecho de que te quería tanto y no hacía nada para cambiar toda tu asquerosa mirada hacia el mundo.
Te escuché. Nunca tuve que haberlo hecho. Te escuché a vos y a toda tu familia, con la angustia grabada en el alma, con la tristeza en aumento con cada visita de la Luna. Comprendí ese secreto que se llevan a la tumba. Temblaba. Lloraba con ellos. Ya era parte de esa historia tan trágica que los llevo a la ruina anímica.
Nunca más pude odiarte, quería salvarte para siempre de ese horroroso recuerdo. De llenarte las grietas del alma con amor. Verdadero y puro.
Supongo que junto a la apertura del alma vino tu cambio. Tu deseo profundo de ser mejor, porque había alguien que realmente entendía lo que pasaba. Que ya no lo miraba con desprecio y lo juzgaba, dejándolo de lado; verdaderamente lo miraba y le tenía compasión, lo abrazaba con los ojos, con los besos, con todo el amor que le habían enseñado a dar.
Fueron una vida. Pasaron por todo lo que una pareja puede pasar. Ninguna valla era más grande que el irrefutable deseo de seguir en pie, por ellos. No importaba más el mundo, porque ellos eran el universo. Abrían los ojos por la mañana y tenían el mismo deseo a cumplir en la misma hora. No necesitaban palabras, eran un solo alma en diferentes cuerpos. No podían soportar el estar separados. No aguantaban la distancia. Terminaron viviendo juntos.
Miles propuestas de matrimonio, miles de lugares, miles de cenas, miles de películas, miles de siestas, miles de millones de vidas. Compartieron la angustiosa necesidad de sentarse frente a su familia y contarles el error que habían cometido. Fue el mes más triste pero se sostuvieron hasta el fin. Lloraban juntos hasta dormirse. Reían juntos hasta llorar. Volaban en el pasado hasta reir de sus tristezas.
Eran droga. Eran éxtasis. Eran alcohol. Eran adicción. Eso eran, 
ADICTOS a su amor. Su amor era el café de las mañanas, la siesta de las tardes, los atardeceres, las cenas y el despertarse abrazados, respirándose, amándose con todas sus fuerzas. Indestructibles como una única pieza de mármol.
Lamentablemente, el tiempo se iba a encargar de que esa unión tan consistente tuviera una fractura. De esas que si no se pegan a tiempo termina rasgando todo el mármol.
Esa noche estaban separados. Se necesitaban con todas sus fuerzas y no podían apoyarse, sus problemas personales eran más importante que el deseo de salir corriendo de sus casas y encontrarse a las 3 de la mañana a medio camino, agitados, besándose como si el fin del mundo estuviera sobre ellos y con su capsula de amor los protegiera.
Esa grieta fue determinante. No pudieron repararlo a tiempo. Estuvieron días metidos en sus problemas que los tentaban “volvé a lo que eras, volvé a pensar que no existe amor”.
Se dejaron llevar. Se quebraron.

Venus se retiraba, dándole paso al frío y desolado Saturno.
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-Dieciocho de Septiembre de 2011
- Diecisiete de Julio de 2012
TRECE DE NOVIEMBRE DE 2012.

Infinitas son las gracias y las ganas de revivirnos eternamente.
Para siempre en mi alma.


“Te quiero de mil modos, te quiero sobre todo. Basta ver el reflejos de tus ojos sobre los míos, como se lleva el frío para entender que el corazón no miente y que, afortunadamente, me haces bien.”