20.11.13

Fracaso.

Hoy fracasé. Hoy fue el límite del fracaso. De aquel que no se vuelve. El que te hunde en el saber que NO PODES por más que quieras.


No podes no amarlo.
No podes darle vuelta la cara.
No podes no perdonarlo.
No podes seguir tu vida pensando que nunca más será lo que fue.
No podes evitar recordar que tus amigos fueron una MIERDA.
No podes evitar arrepentirte de todo lo que confiaste en manos equivocadas.
No podes seguir sonriendo a quien te golpeo.
No podes seguir viviendo a base de pastillas.
No podes no sentirte terriblemente obesa.
No podes dejar de autocastigarte.
No podes sonreir.
No podes tenerte fe.
No podes completar un ciclo básico.
No podes vivir sin amor.

¿Y cómo te diste cuenta de todo eso? Sentándote e intentando hacerlo, porque alguien te dijo que no podías. Y tenía razón, no podés, pero intentás, te gastas, te MORIS en el intento por llevarle la contra. ¿Y qué logras? Hundirte. Excavar tu tumba. Llenarte de hipocresía el cerebro.
Sos fuerte te dice la mente, pero tu corazón grita no soy fuerte, necesito una base sino dejaré de latir. Y tu entorno te dice que siempre fuiste mejor. Siempre fui. Real. Pasado.
Todo se derrumba, todo deja de ser, todo evoluciona. En mi caso, para peor.
Es increíble como la secuencia amor eterno-amigos múltiples-familia unida-futura carrera se redujo a amor hipócrita-los que siempre están-carrera pisada.
¿Qué queda? me pregunto diariamente. Supongo que la certeza de seguir de éste lado, consumiendo una pastilla que me promete felicidad cada 6 horas.
Plástico.
Todo reciclable.
Increíblemente triste cada día soy más débil. Capaz hoy la vida me dio todas las razones y realmente soy fuerte y por eso sigo de rodillas aguantando el dolor. O tal vez necesite una última razón: comprobar científicamente que el amor nunca existió, que es una ilusión.

Ya no estoy acá realmente. Estoy allá. Arriba. En el cielo. Abajo. En la tierra. Donde el camino a la felicidad es un ascensor en caída a mi purgatorio.