28.11.13

Inconsciente.

Se me dio por nadar en los recuerdos infinitos de mi pasado una vez más. Cerrar los ojos y recordar cada sentimiento, cada risa, cada llanto, cada película, cada beso y cada abrazo. Encontré tanta hipocresía que me asusté. Increíblemente abrumador todo lo que me han dicho alguna vez se esfumó. TODO. ¿Cuál es el objetivo de decir cosas que nunca van a cumplir? No entiendo a la gente. Me repele tanta mentira.
Me vi haciendo mil locuras por todas esas personas. Lanzándome al vacío con los ojos cerrados y el cuerpo inmovilizado. Creyendo que ellos me habían puesto un paracaídas o que al darse cuenta se tirarían conmigo y me atraparían a tiempo, alzándome de nuevo. Lamentablemente hubo quien me empujó sin mi consentimiento a ese cañón y se tiró cuando me vio a punto de explotar contra el suelo, abrazándome, elevándome unos metros para que cuando vuelva a sonreir clavarme un puñal tan profundo para que pierda la consciencia en la caída y me duela el doble el despertar sin un pedazo de páncreas.
Era Mayo de hace unos años cuando me encontré perdida en medio de una ciudad desconocida, completamente sumida a la oscuridad de la madrugada, con varios litros de quien sabe que corriendo por mi sangre. Perdida completamente en el inconsciente. Desperté en algún lugar de Buenos Aires. El sol me pegaba de frente, rajaba mi piel. Mi cabeza explotaba pero había algo que no había notado: seguía viva después de tocar el fondo del infierno. Me di cuenta que él estaba a mi lado cuidándome. Que había estado toda la noche ahí.
Me desperté muchos años después recordando cada detalle de mis desastrosas idas al subconsciente, el que me tienta a arruinarme solo porque hubo alguien que no supo quedarse y cumplir lo que prometió. Hoy. Ya no vale la pena seguir revolviendo entre hipócritas si siempre estuvo quien me dejó aprender por mí misma. Quien me dejó reventarme contra la misma pared tantas veces pero siempre sosteniéndome la cara y estando para salvarme las mil vidas que ya hubiese perdido. Dejándome que escoja lo que quiero pero ofreciéndome lo que necesito. A tiempo. Sin prejuicios. Con amor y paciencia.

Gracias por seguir siendo mi ángel 780 días después y perdón por ser una pésima alumna.