4.11.13

Futuro

Entró a la casa de su novio como si fuera su propia casa y se tiro en esa cama, que ya era su lugar en el mundo, a pensar. Venía de decidir su futuro. Química. Sabía que ella nunca la iba a abandonar, siempre había estado ahí. Se puso a meditar sobre esos 5 años que habían pasado. Lo popular que se había convertido.
Todos sabían quien era, quienes habían sido sus novios, quienes tenían el lujo de saber sus secretos; sabían que nunca se había peleado con nadie y la única persona que la odiaba seguía recibiendo su efusivo saludo mañanero: "buen día, sonreí que te ves más hermosa". Conocían a la perfección que era ella la persona ideal para contarle un secreto. Nunca juzgaba, le encantaba escuchar y aconsejar. Siempre estaba con una sonrisa y los brazos abiertos para llenarte las penas con cariño. Siempre enamorada y ágil. No le alcanzaba el tiempo en sus momentos libres para preguntarle a todos los que habían confiado en ella si estaban mejor. No le daba el tiempo para saludar a todo el mundo. Nunca estaba sola. Tenía un nivel social increíblemente envidiable. No había persona que no conociera su casa y su asombrosa actitud de bienestar constante. Su vida era increíblemente perfecta. Tenía el novio ideal, de esos que parecen de película, siempre con una sonrisa y ganas de hacer nuevas amistades, pero no con todo el mundo, solamente con los que tenían cierto 'estatus' social; casualmente era el anfitrión de las mejores y exclusivas fiestas. Eran inseparables, almas gemelas. Perfectamente combinables. 
Pensó lo mucho que iban a cambiar las cosas en la universidad. Iba a pasar de ser una total reconocida a una desconocida. No iba a seguir teniendo las tardes libres ni las ganas de ir a fiestas que hoy eran inagotables. Pensó lo mucho que iba a perder: no sabía si toda la manada de gente con la que sociabilizó eran los que iban a necesitar de su inagotable simpatía o ella iba a extrañar la vida fabulosa que ellos le proporcionaban junto a su confianza. No lloraba hace demasiado tiempo. Su familia tenía un clima ideal y sus amigos más cercanos eran irreemplazables, de esos que estaban en todo momento a su disposición.
Pensó lo mucho que le iba a costar formar algo así entre millones de alumnos y lo mucho que iba a extrañar poder contener y ser contenida por todos. No ser juzgada jamás y tener al alcance de su mano más de mil soluciones a sus diminutos problemas.
Quería seguir teniendo esa vida eternamente. Le cayó una lágrima de felicidad y cerró los ojos para esperar que él la despierte de su siesta con uno de sus besos mágicos. No se imaginaba que, efectivamente, la química iba a ser la única que no la abandonara en los oscuros tiempos que se le venían.